16 de Noviembre de 2023
El alcalde de Castellar de la Frontera, Adrián Vaca Carrillo, junto a otros representantes municipales, ha depositado como discreto y honroso homenaje de este pueblo al Padre Francisco García Ruiz un centro de flores en la plazoleta que lleva su nombre.
El regidor municipal ha lamentado su triste desaparición anotando que "siempre permanecerá en nuestros recuerdos". "La historia de este pueblo se escribe con su nombre en varios capítulos, el sentir de Castellar de la Frontera este día es triste y a la vez que se llena grandes vivencias que fueron posibles gracias a su humildad y generosidad sin límites".
Vaca ha recordado su última aparición pública en la misa de Romería de Conmemoración del 50 Aniversario de la Llegada del Santísimo Cristo de la Almoraima a Castellar de la Frontera. "Su delicado estado de salud impidió que pudiéramos disfrutar de su relato en las jornadas del pasado mes de octubre. Siempre se emocionaba hasta las lágrimas al recordar la llegada del nuestra imagen más venerada a este pueblo".
Nuestro Cura Paco fue nombrado Hijo Adoptivo de Castellar de la Frontera, en febrero de 1996.
El informe que justificó el acuerdo institucional de su nombramiento recoge su estrecho vínculo con este municipio:
Francisco García Ruiz nació el día 4 de mayo de 1938 en Algeciras, Cádiz, haciéndose notar desde pequeño en él su amplio espíritu de solidaridad, su cariño y aprecio hacia los demás y su entrega a causas de solidaridad, y justicia y para con los demás.
Su gran vocación sacerdotal y de ayuda a los más necesitados y marginados pronto le encauzó su vocación hacia la vida sacerdotal, con la que se comprometió a la edad de 27 años, en 1965.
Francisco García Ruiz tuvo su primer destino como sacerdote en Conil de la Frontera, donde permaneció durante tres. En 1968 fue destinado a la Parroquia Divino Salvador de Castellar de la Frontera, donde con apenas 30 años hizo rápidamente amigos, familia y seguidores de un claro ejemplo de solidaridad, comprensión, ayuda y vocación de amistad.
Francisco García Ruiz estuvo vinculado muy estrechamente a los inicios de la Unión Deportiva de Castellar y del equipo de fútbol de la localidad, colaborando en equipaciones, encuentros, directiva, desplazamientos y todo lo que provocó movilizar a los jóvenes a una afición sana y abierta al entretenimiento.
Participó directamente con un trato amable y caritativo en aportaciones humildes y privadas a quienes de él demandaron en todos estos años su caridad y su ayuda para poder sobrevivir.
Animó a los primeros jóvenes de Castellar de la Frontera que se fueron a estudiar fuera de nuestra ciudad a buscar y labrarse una mejor y más productiva profesión, a través de los estudios medios y más tarde, universitarios.
Su casa, siempre lugar de encuentro, de familias y de vecinos de Castellar estuvo siempre abierta de par en par. En su casa se daba cita la chiquillería de la época y se sentaban en torno a la televisión a ver las primeras películas en blanco y negro. La humildad y fraternidad de Francisco y de sus padres para con los niños que acudían a su casa, se unía a una gran dosis de paciencia y de cariño hacia los más pequeños.
Los jóvenes tenían en esa época en Castellar en el local parroquial, que se dividía en el dedicado a los más mayores y los más pequeños, su lugar de encuentro, de ocio, de sana amistad y de convivencia. Del local parroquial salieron muchas familias y matrimonios de Castellar que fueron siempre educados en la alegría de la solidaridad, del cariño a la amistad y de la amistad fraternal.
Francisco García Ruiz, al que muchos siempre consideraron como un sacerdote moderno, vanguardista y hecho al día a día de los actuales tiempos, fue el que trajo penitentes por primera a Castellar de la Frontera y el que impulsó por primera vez la salida de procesiones en la Semana Santa de esta localidad.
En el año 1973, el sacerdote conseguía para este pueblo una de las más viejas aspiraciones de sus vecinos y conciudadanos.
Tras varios años de gestiones y conversaciones, gracias a sus influencias amistosas con los responsables de su propiedad, logró la consecución para la devoción popular de la talla imagen del Santísimo Cristo de la Almoraima, que llegaba a la ciudad a escondidas un 4 de mayo de 1973 y que una vez en la plaza que daba a la propia parroquia se convertía del pueblo al toque de campana y ante la presencia de todo un pueblo que se echó a la calle e hizo suya la imagen que le pertenecía y siempre quiso recuperar.
La imagen no se marchó nunca más y tras su presencia permanente donde recibe culto, es eje principal de la Romería que en su honor se celebra el primer domingo de cada mes de mayo.
Tras su dilatada, amplia y ferviente presencia en nuestra localidad, el sacerdote es trasladado a ejercer su ministerio al Hospital Público de Algeciras, donde desde entonces, ha colaborado y ha mantenido viva su llama de fe, amistad y entrega hacia Castellar de la Frontera y sus vecinos.
Siempre que se le ha solicitado su presencia se ha brindado encantado a prestar su apoyo, cariño y respaldo.
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