La última noche de flamenco de Castellar comenzó con un recital de fandangos de la mano de Luis El Zambo de Jerez. Le siguió, desde Morón y Triana, el baile del Cuadro de Manuela Ríos. Para ver las fotos de la primera parte, pinche aquí.
No hay nada mejor que un fuerte de piedra de ocho siglos para refugiarse del Levante. Así ocurría en el interior de la placita Divino Salvador en Castellar Viejo la noche del viernes 14 de agosto, donde el Levante se paraba y se sentaba para presenciar los cantes y bailes del flamenco más puro, sin azúcares añadidos. Ésa es la norma de la casa, y así cumplen con disciplina todos los artistas que pasan por el estrecho escenario de Castellar Viejo. El sanroqueño Agustín Delgado cumplió por decimoséptima vez con la tarea de conducir
Sabor Jerez, cuadro flamenco de componentes variados, trajo a Castellar la simpatía de Andrés El Pescaílla, y las voces de la todavía muy joven Nagoré, Tamara Taño, Premio Nacional de Bulerías y El Peluca. Bulerías, tangos y fiesta final que no consiguió calentar al público como se estaba esperando.
Pero nada más sentarse Nano de Jerez en segundo lugar, la sorpresa fue doble. El veterano de Jerez sustituía de imprevisto a última hora a la joven onubense Rocío Márquez que justificaba su ausencia del cartel por enfermedad. Así arrancó por bulerías jerezanas y la noche se tornó cálida. Con su maestría en el control absoluto de los palos flamencos, despertó instantáneamente el feeling entre el público.
El descanso dio paso a un David Morales, que, por lo que hizo, que no fue poco, demostró que, allí, en Castellar Viejo, se sentía muy a gusto. Dos veces levantó al respetable a golpe de tacón. Desnudas las formas, tablones y zapateo, no había nada más. Mientras continúa su gira con el Indiano, supo expresar en Castellar por qué a su arte no le afecta la crisis.
Y para finalizar entrada a capela y a pleno pulmón de una cordobesa de 23 años que cantaba con la hondura de siglos de tradición flamenco. La bella India Martínez, que acaba de sacar un disco de canción, ´Despertar`, hizo flamenco con sensibilidad, dulzura y respeto y un sorprendente conocimiento de las formas. Hizo un homenaje con mayúsculas a la provincia de Cádiz con letras dedicadas y palos propios acompañados de tangos y tarantas. Un fin de fiesta a la altura de la noche, que se volvía silenciosa a 3.15 horas de la mañana.