Josefa Ruiz Atienza, ‘Pepa la del Comercio’ para todos nosotros, nace el 11 de diciembre de 1928 en los campos de Zahara de la Sierra. Fue la mayor de nueve hermanos y por ello, le tocó trabajar doble.

Aprendió sola a escribir y a contar. Cuando era niña, mientras escardaba el cereal en los trigales de su familia, Pepa no olvidaba nunca echar en su taleguilla un pizarrín donde su padre, a la hora del cigarrito, el descanso de los jornaleros, le enseñaba las cuatro reglas. Así jornal tras jornal, aprendió lo que nunca pudo hacer en la escuela, un lugar al que ella no tuvo el lujo de poder acudir.

Pepa creció trabajando. En Zahara de la Sierra su familia tenía dos casas, dos huertos, centenares de olivares y muchísimas aceitunas que varear.


Corría el año 1952, el día de la Inmaculada, y un jovencito del pueblo, más nuevo que ella, empezó a rondarle yendo a visitarla al campo. José Márquez Ordóñez, al que conocían en Zahara como Pepillo el Chocolate, fue carbonero hasta el día antes de su boda.

El matrimonio se celebró el 5 de agosto de 1954 en la Iglesia Mayor de Zahara de la Sierra. Media hora después, al bajar la cuesta, les esperaba un coche que los llevaría a Ronda. Y en tren llegaron a San Pablo de Buceite, un lugar donde nació su hija mayor, Paqui, y donde permanecieron hasta el año 1959, cuando se establecen definitivamente en el lugar donde hoy continúan viviendo.

En el año 1959 no había todavía pueblo en los llanos de Castellar. Alrededor de la Venta del Agua El Quejigo, que hoy se ubicaría en el acceso norte a Castellar Nuevo, vivían unas catorce familias, vecinos y vecinas que iban al médico y a la Iglesia a la Almoraima. Pepa, Pepe y la pequeña Paqui comenzaron a vivir primero en una vivienda de chapas, junto al resto de las chozas que por allí había.

Recuerdan que lo primero que sembraron fueron unas matas de Pepinos. Y los primeros tres pepinos que nacieron los quisieron comprar tres mujeres. Así, Pura, Carmen Raya y Juana Pacheco se convirtieron en las primeras clientas de esta familia que diez años después abriría la primera tienda del pueblo nuevo de Castellar.

La primera hija que nació en Castellar, Fefi, vino al mundo en 1961 acabando su madre de sembrar patatas, tarea que se empeñó en dejar lista antes de dar a luz. Allí mismo lo hizo, en su casa, con la ayuda de Juana La Partera, que hubo que ir a buscarla a las perreras de la casa convento, donde tenía su choza.

Con la primera cosecha de tomates y pimientos compraron su primer coche. Luego llegaría la granja de pollos y gallinas, los cochinos y las matanzas.

Y también comenzaron a nacer el resto de sus hijas. En 1964 nació Manoli, en 1967 Mercedes y en 1971 la más pequeña, Montse.

Fue en esos años cuando se termina de construir el pueblo nuevo y Pepa recibe las llaves del primer establecimiento comercial de esta localidad. Situado en la Plaza Andalucía, comenzó a conocerse popularmente como el comercio porque los vecinos, al llegar decían: Que grande es esto! Si parece un comercio! Y así lo conocemos y lo conocerán las próximas generaciones.

Pepa recuerda que abría de Lunes a Domingo, sin descanso, porque el alcalde de entonces, Antonio Cruces, así se lo dijo, ya que el domingo se acercaban muchísimas personas de otros pueblos de alrededor que, curiosos, querían ver con sus propios ojos cómo había quedado el nuevo pueblo que se había construido en Castellar.

Por la puerta de su tienda, Pepa ha visto pasar la historia local durante treinta años, la llegada del cristo de la Almoraima a la parroquia, el desarrollo, los vecinos que llegaban nuevos y los que se han marchado.

Al jubilarse, Pepa cambió el mostrador por el trabajo en las tierras, donde dirige y coordina a los trabajadores de la parcela.

Allí en la zona norte del municipio, crecen todas las variedades existentes de aguacate, crece café, también endrinas con las que se hace buen pacharán y otros numerosísimos productos tanto habituales como exóticos.

Como hallazgos históricos en sus tierras, recuerda una seta silvestre de 22 kilos y 1 metro de diámetro, inmortalizada en la contraportada del libro de Setas y Hongos en la Comarca del Campo de Gibraltar.

Pepa expresa orgullosa que todo lo que le han quitado tantos años de duro trabajo, Dios se lo ha devuelto con mucha salud. Así lo pueden comprobar ustedes mismos, ya que a sus fabulosos 81 años continúa con sus tareas en la casa y en el campo de sol a sol, sin tiempo para distracciones u otros asuntos más propios de su edad.

Sus cinco hijas, sus siete nietos y su bisnieto Darío dan fe de ello. Por todo ello, desde el Ayuntamiento de Castellar, tenemos a bien rendir este homenaje a Pepa para que sea ejemplo y memoria viva de nuestro pueblo.

Que su trabajo sacrificado sea conocido por todos los hombres y mujeres de hoy y los que lo serán mañana. En el Día Internacional de la Mujer, Josefa Ruiz Atienza recibe nuestra más sincera enhorabuena y nuestros mayores respetos por su trabajo constante y su entrega absoluta.